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Mientras los cubanos sufren las inundaciones, las autoridades hablan de “vigilancia revolucionaria”

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La Habana/La amenaza de otra jornada de lluvias se cierne sobre la capital cubana este lunes. Solo el oriente de la Isla respira con cierto alivio desde que el Instituto de Meteorología anunció, a las 3 de la madrugada, que este lunes será “nublado en gran parte del país, con la ocurrencia de algunos chubascos, lluvias y tormentas eléctricas desde el final de la mañana en la mitad occidental. En la tarde las precipitaciones se extenderán al resto del territorio nacional, llegando a ser numerosas en el occidente y centro. Las lluvias pueden ser fuertes en algunas localidades”.

Lloverá sobre mojado, literalmente, en La Habana, donde el fin de semana ha sido devastador para los cientos de personas que han vivido mirando al techo a la espera de que no les cayera encima, como sí ha ocurrido a una veintena de familias que han perdido parcial o totalmente sus hogares por las precipitaciones de los últimos días. El cenit de la situación se produjo el sábado, cuando se registraron en solo tres horas, entre las 2 y las 3 de la tarde, 56 milímetros de agua acumulada en la estación habanera de Casablanca. 

Los municipios más afectados fueron Diez de Octubre, La Habana Vieja, Centro Habana, Boyeros y Plaza de la Revolución, donde los vecinos se afanaban limpiando las montañas de basura que invaden sus calles y que, arrastradas por el agua, impedían el drenaje por las alcantarillas provocando acumulaciones de agua. A los desechos se sumaban los mosquitos, felices en la humedad, esparciendo arbovirosis para temor de la ciudadanía, que no cejó en su empeño de desatascar las calles a pesar de que las autoridades le pedían “prudencia y disciplina”. 

Liván Izquierdo Alonso pidió prudencia y llamó “a la cordura y a que el pueblo sea disciplinado y no cruce por calles inundadas”

“Imágenes múltiples se pueden ver en las redes sociales, esencialmente en los perfiles de habaneros en Facebook y X (antes conocida por Twitter) en la que se aprecia a la población transitando por las calles y el agua supera más allá de la cintura, al igual que los autos a los cuales no se les pueden ver las llantas porque permanecen debajo del agua precipitada”, contaba Tribuna de La Habana.

Liván Izquierdo Alonso, primer secretario del Partido Comunista en la provincia, pidió prudencia y llamó “a la cordura y a que el pueblo sea disciplinado y no cruce por calles inundadas con la presencia clara de cables caídos”. Su agenda de ese día, mientras la población se adentraba en las aguas para limpiar el desastre, había consistido en la supervisión del Día Territorial de la Defensa en el municipio de Plaza de la Revolución, junto a su segunda, Yanet Hernández Pérez, también gobernadora de La Habana. 

Al frente, el general de división Ernest Feijóo Eiró, jefe del Ejército Occidental, llamó a “mantener las producciones y servicios cada día, el orden interior: vigilancia revolucionaria, en los colectivos laborales, en el barrio, como parte indispensable de la guerra de todo el pueblo”.

Los tres, junto a otros militares, llevaron a cabo el programa del día como si nada estuviera ocurriendo. La prensa oficial describe un recorrido en el que se “visitaron lugares que reúnen el potencial imprescindible para garantizar la alimentación de la población en circunstancias determinadas por la defensa ante un ataque enemigo”. También se acudió al policlínico 19 de abril para “constatar la preparación de los profesionales de salud, para asumir a ciudadanos que resultaran heridos por un ataque enemigo al territorio”. Ni una palabra, en cambio, sobre si se cuenta con los medios necesarios para ello. También acudieron a una escuela y el polígono “en el cual presenciaron una demostración de habilidades para el enfrentamiento directo a quienes intenten invadir este territorio”.

Las autoridades de La Habana llevaron a cabo el programa del día como si nada estuviera ocurriendo
/ Tribuna de La Habana

Feijóo Eiró habló con el presidente del Consejo de Defensa Municipal, Rolandis Rogríguez González, sobre la importancia de “aprovechar las reservas de experiencia en oficiales que se encuentran en retiro y reúnen las cualidades necesarias”, mientras que Izquierdo Alonso se interesaba sobre las “potencialidades de un organopónico local” y sentaba cátedra sobre las cosechas y cómo producir para alimentar a la población. Además, dijo que “se deben preservar, en forma permanente, cada día, las funciones de las diferentes estructuras de gobierno en coordinación con las Zonas de Defensa. Es ahí donde radica el concepto de guerra de todo el pueblo”, subrayó.

La surrealista escena, recogida por la prensa oficial con tanto detalle y premura como la que faltó al hablar de los derrumbes, era contestada con un comentario más que premonitorio. “Sería necesario que el Día de la Defensa lo destinaran también a la recogida de desechos sólidos en las calles. La esquina de Oquendo y Salud en Centro Habana lleva más de una semana que no recogen la basura, es imposible vivir con las moscas, mosquitos y mal olor dentro de la casa aún teniendo todo cerrado”, alertaba una mujer que se identificó como Karen Boffill, vecina afectada. 

Apenas una hora más tarde comenzó la fuerte tromba, que agravó la situación de los días precedentes, y el malestar de los habaneros era visible en las redes ante la falta de oportunidad de unas autoridades que parecían más distraídas en la “concepción estratégica definida por el Comandante en Jefe Fidel como Guerra de todo el pueblo” que en la lluvia y sus consecuencias. “En ese cuento tienen a las personas, perdiendo el tiempo con una supuesta guerra. Guerra es la que tienen con el miserable pueblo, que ahora es que está llegando el arroz de la miserable libreta del mes de junio. No engañen más a la gente y póngase a trabajar, que en ésa muela es donde gastan todo el dinero”, decía un habitante de La Lisa.

“Todavía siguen con eso. ¿Qué guerra? La guerra la tenemos nosotros mismos aquí adentro. Ya está bueno de guerra. Lo que hay es que ponerse a producir la tierra, sembrar caña, que es lo que da dinero”, clamaba otro. “Los militares son quienes tienen que prepararse – seguía una usuaria–. Tienen que garantizar la seguridad de los ciudadanos: de un ataque desde el exterior y garantizar la tranquilidad ciudadana. Eso deberían hacer, y no adueñarse de hoteles y cadenas de tiendas”.

De la Presidencia de Cuba no llegó una sola palabra a los damnificados por las lluvias. Este fin de semana Miguel Díaz-Canel dejó dos mensajes en X, uno este domingo, para felicitar a las mujeres ingenieras cubanas y otro ese mismo sábado, para dar la instrucción a la población de Unión de Reyes, en Matanzas, donde estaba de viaje oficial, de trabajar con espíritu de compromiso para seguir adelante. 

La superstición popular ha vinculado a Díaz-Canel, desde el inicio de su mandato, con la mala suerte. Su llegada estuvo precedida por el derrumbe parcial, la noche del viernes, de una vivienda en la calle General Betancourt de Alacranes, en Unión de Reyes. Pocas horas después, otro edificio se cayó en la otra punta de Matanzas, en Colón. Nada extraño para una provincia en la que solo el balneario turístico de Varadero se libra de las ruinas. Nada de esto apareció en la prensa oficial. 

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