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Luka Doncic se da el mayor baño de madridismo de su vida: así fue la noche más ‘blanca’ de los Dallas Mavericks en Madrid

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Luka Doncic con una réplica de la Euroliga de 2018 (REUTERS/Juan Medina)

A 10 minutos a pie del madrileño WiZink Center, uno ya podía coincidir con aficionados que llevaban la camiseta del Real Madrid puesta y la de los Dallas Mavericks en la mano. La duda ofende: la equipación visitante no podía ser otra que la de Luka Doncic. A medida que la cercanía con el pabellón era mayor y la peregrinación se convertía en un hecho, la marea de elásticas de los Mavs con el 77 de Wonderboy se volvía abrumadora. También se veía alguna zamarra de su etapa en las filas blancas e incluso, a punto de franquear la entrada del recinto, se escuchaban cánticos en esloveno. Más que a un partido de baloncesto, este martes se acudía a una celebración: el regreso del hijo pródigo del madridismo de la canasta, ya convertido en un ídolo de talla mundial.

El encuentro fue lo de menos. Quedó claro en cuanto se supo que Doncic apenas jugaría, no por voluntad propia sino por precaución, cinco minutos. Ligeramente tocado, los Mavericks decidieron reservarle para curarse en salud de cara a compromisos de mayor enjundia. Y, a pesar de todo, el hombre al que todos querían ver este martes por la noche en la calle Goya no defraudó. Nada más iniciar la rueda de tiro, dejó con la boca abierta a todo el pabellón con un lanzamiento inverosímil que pegó en el reloj de posesión y acabó entrando. Cosas de genios como Luka.

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Por supuesto, el Palacio se cayó en cuanto llegó el turno de presentar al protagonista de la velada. En el videomarcador, las imágenes de los momentos más icónicos de su carrera. En la grada, un furor abrumador. Y en la pista, al más puro estilo de la mejor liga del mundo, un discurso de Doncic: casi a oscuras, al borde de las lágrimas y con pocas palabras, porque no hacían falta muchas para expresar una gratitud eterna como la suya. En pos de que las emociones siguiesen por todo lo alto, le dieron, concretamente Florentino Pérez, la Insignia de Oro del que fue su club.

Luka Doncic recibe la Insignia de Oro del Real Madrid (REUTERS/Juan Medina)
Luka Doncic recibe la Insignia de Oro del Real Madrid (REUTERS/Juan Medina)

No quedaba otra que cumplir en el visto y no visto que fue su actuación. Y lo hizo, competitivo como él solo: nueve puntos (3/6 en tiros de campo) y una asistencia. Casualidad o no, al poco de concluir su concurso se dio una imagen cuanto menos llamativa en el banquillo de los Mavs. Y durante varios minutos: toda una hilera de camisetas azules… y un blanco reluciente, por la toalla que llevaba sobre la espalda, en el asiento de Doncic. Sólo él y el otro referente de la franquicia tejana, un Kyrie Irving igualmente renqueante y vestido de calle, desentonaban.

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Nadie se quiso perder el homenaje. Por supuesto, en la banda de los Mavs se encontraba su propietario, uno de los más mediáticos y fervorosos de la NBA: Mark Cuban, a quien Doncic insistió lo suyo para que todo esto fuese posible. De aquí para allá iba Champ, el caballo que hace las veces de mascota de los de Dallas. Y en el parqué, cerca de las estrellas, mucho VIP junto. Florentino abandonó, por una vez, el palco situado en el graderío: la ocasión lo merecía. Le acompañaba lo más selecto, institucionalmente hablando, del mundo baloncestístico: Jorge Garbajosa (FIBA Europa), Dejan Bodiroga (Euroliga) y Antonio Martín (ACB). Cerca, futbolistas merengues como Courtois o Kroos.

Junto a la corte presidencial y futbolística, era imposible no reparar en varias personas ataviadas con la camiseta del Madrid. Se trataba nada menos que de Felipe Reyes, Anthony Randolph, Trey Thompkins, Jonas Maciulis y Novica Velickovic. Todos ellos exjugadores del conjunto blanco. El porqué de su destacada presencia quedó desvelado en un tiempo muerto: le entregaron a Doncic una réplica del trofeo de la Euroliga de 2018, para cuya conquista fue clave.

La sonrisa de oreja a oreja le acompañó durante toda la jornada, pero especialmente cuando regresó al banco con semejante copa en los brazos. No tardó en dársela a un miembro de la organización de los Mavericks, que se la llevó para ponerla a buen recaudo, seguramente en el vestuario, raudo y veloz. A pesar de que ya no había acción para él, Luka disfrutó como el buen niño que, todo el mundo lo dice, continúa siendo.

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En otro parón, aprovechó para saludar al sempiterno delegado del Madrid, Pepe Blanco. Aplaudió al respetable sin dudarlo cuando se coreó su nombre. Y, cuando llegó el descanso, se le vio hablando cariñosísimo con Rudy Fernández de camino a la caseta. Ya lo dijo bien claro: de España, se llevaría al capitán de la selección, a Sergio Llull y al jamón. Puede que se fuese con esto último, pero no con la victoria.

Luka Doncic departe con Rudy Fernández (REUTERS/Juan Medina)
Luka Doncic departe con Rudy Fernández (REUTERS/Juan Medina)

Tras una primera mitad especialmente igualada, con una sonada lluvia de triples, los visitantes parecían escaparse en el marcador a partir del tercer cuarto. Sin embargo, los locales resurgieron en los últimos minutos y el triunfo, para regocijo de un WiZink sobrado de decibelios, se quedó en casa (127-123). Un final y un día de película, blanco como él solo. Aquel en el que Luka Doncic volvió a pisar la que fue su casa y que pasará, inevitablemente, a la posteridad. Sólo el tiempo dirá si regresará o no vestido de madridista. Desde luego, se lo ha ganado.

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Esta información a su autor original y fue recopilada del sitio https://www.infobae.com/espana/2023/10/10/luka-doncic-se-da-el-mayor-bano-de-madridismo-de-su-vida-asi-fue-la-noche-mas-blanca-de-los-dallas-mavericks-en-madrid/