Se puede creer en Joan Laporta?

A estas alturas de Liga, que es lo mismo que decir de película, tengo rematadamente claro que cuando Joan Laporta decidió presentarse a un segundo mandato y sorprendió a la España futbolística con aquella lona gigante en las inmediaciones del Bernabéu decía la verdad. Su única verdad. Ganas de volver a veros. No hay duda. Ni de que tenía ganas de volver a vernos y de que ese reclamo publicitario iba a convertirse en la solitaria ración de credibilidad de un mandato en el que a pesar de las buenas palabras y aparentes buenas intenciones casi todo le sale del revés. A esta hora de la mañana del día de ayer, aquí en La Tribu, Emilio Pérez de Rozas fue el primero en advertir algo que acabó tomando cuerpo de noticia con el paso de las horas. Xavi recapacita, frena, recula, reconduce o el verbo de similar significado que usted quiera utilizar para explicar que está loco por quedarse en el banquillo del Barça y cumplir el año que le resta de contrato.

Por lo visto hay reunión prevista a tres bandas, siendo Deco, director deportivo, la tercera pata de ese banquillo caliente. Entre los tres decidirán.

Él sabrá lo que hace. ¿Quién soy yo para decirle que deje un puesto de tanto prestigio con la carga emocional que conlleva por su barcelonismo?

Pero si Xavi o entorno están pendientes de mi opinión tengo que decirles que la única pregunta que deben hacerse es ¿se puede confiar en Laporta? Esa y ninguna más.

Recuerden que Messi renovaba y juega en Miami. Zubimendi sería el 5 y renovó por la Real. Joao Félix no estaba en ninguna lista y le dieron el 14 de Cruyff.

Son solo tres ejemplos palmarios de las muchas cosas que han sucedido y que convierten en una quimera el trabajo de entrenador. Despeñaperros está en París, titulamos una opinión como esta hace apenas un par semanas. Piropear por una victoria en el Metropolitano era algo fácil. Lo que requería pecho era arrimarse cuando llegasen mal dadas. Mbappé golpeó primero. Bellingham dio el ko definitivo. Silencio stampa que dicen en Italia. Un pellizco de monja con la tecnología de gol que no quisimos pagar y a desviar el tema ganando tiempo.

Me pregunto si se dirán la verdad en esa comida pendiente. Es lo máximo que necesita Xavi. Es lo mínimo que merece el club.