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Seúl y La Habana fortalecen su alianza diplomática con la apertura de Embajadas

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La Habana/Luego de restablecer las relaciones diplomáticas el pasado febrero, Cuba y Corea del Sur han acordado abrir sus respectivas sedes diplomáticas en Seúl y La Habana. El pacto se firmó en la capital de la Isla, adonde llegaron del 24 al 27 de abril varios funcionarios de la Cancillería surcoreana, para intercambiar cartas diplomáticas. 

En la página de su Ministerio de Exteriores, Corea del Sur también anunció la firma del acuerdo: “Nuestro Gobierno planea continuar las consultas con la parte cubana para que nuestra Embajada en Cuba pueda abrirse lo antes posible. Con este fin, estableceremos una oficina temporal en La Habana como paso intermedio en la apertura”, dice el comunicado de la cartera, en el que también se anuncia el envío de personal diplomático.

Por su parte, la Cancillería cubana publicó un breve mensaje en sus redes sociales en el que anunciaba el recibimiento de la delegación coreana, encabezada por el director general de Coordinación y Planificación de Exteriores de ese país, Song Si-jin.

La cautela de las autoridades cubanas alrededor del restablecimiento de las relaciones con Corea del Sur, un potencial aliado económico, responde a los intentos por mantener estables los lazos con Corea del Norte, un socio político importante para la Isla, y enemigo de Seúl, al que ha amenazado recientemente con “aniquilar”.

El Gobierno cubano ve en el Sur un potencial inexplorado de inversiones y recursos que Corea del Norte difícilmente ofrece

No obstante, el Gobierno cubano ve en el Sur un potencial inexplorado de inversiones y recursos que Corea del Norte difícilmente ofrece y que, en la actual crisis económica, podrían representar un respiro para el régimen. 

La suspicacia de La Habana, sin embargo, no ha sido pasada por alto por los cubanos que, tras el anuncio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas –rotas desde 1959 por la llegada de Fidel Castro al poder–, pidieron explicaciones a la Cancillería en los comentarios de los medios y las cuentas en redes sociales del oficialismo.

Por un lado, aseguraban los usuarios, con Pyongyang se mantienen relaciones desde 1960 y el país ha sido un gran aliado de La Habana, un vínculo que “debe respetarse”. Por otro, aseveraban los más pragmáticos, “la República Popular Democrática ha de entender que es un derecho inalienable de nuestro país abrirse a las relaciones con todas las naciones” y, en este caso, con una de las más importantes del mundo en materia tecnológica. Algo de lo que “quizás podamos sacar provecho económico”.

Por su parte, Seúl ha declarado su interés en los bienes que La Habana tiene para ofrecer. “Cuba tiene una fuente considerable de recursos minerales clave para la producción de vehículos eléctricos, como el cobalto y el níquel”, dijo el pasado febrero la Oficina presidencial surcoreana

El comunicado también explicaba que se ayudaría a las empresas interesadas en entrar en el mercado cubano con artículos de primera necesidad como electrodomésticos y maquinaria, con elevados precios en la Isla. Seúl además señaló múltiples oportunidades de negocio y cooperación en el sector energético, algo que La Habana no puede rechazar en su actual situación, cuando intenta paliar la crisis de combustible con paneles solares y vehículos eléctricos. (Corea del Sur es la sede de tres de las cinco empresas que dominan el mercado mundial de baterías para este tipo de vehículos, LG, SK On y Samsung). 

Medicina y biotecnología son otras de las áreas donde el Gobierno surcoreano ve potencial: “Cuba ha sido un mercado sin explotar y donde el comercio directo aún es muy limitado debido a las sanciones de Estados Unidos, pero aprovecharemos esta oportunidad del establecimiento de relaciones diplomáticas formales para sentar las bases para una expansión gradual de la cooperación económica”, declaró Seúl pasando por alto las políticas de Washington, su socio más cercano, respecto a La Habana.

Pese a que las relaciones diplomáticas estaban suspendidas, el acercamiento entre Cuba y Corea del Sur coincidió, en 2015, con el deshielo entre Washington y La Habana, cuando comenzaron varios intercambios económicos en materia tecnológica y energética, que se vieron limitados por la falta de un escenario diplomático propicio.

Antes de la pandemia, cada año viajaban a la Isla unos 14.000 ciudadanos surcoreanos y residen en ella otros 1.100 descendientes de coreanos

En 2022, por ejemplo, según datos ofrecidos por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Corea del Sur, el país exportó bienes a Cuba por un valor de 14 millones de dólares e importó por otros 7 millones. Asimismo, antes de la pandemia, cada año viajaban a la Isla unos 14.000 ciudadanos surcoreanos y residen en ella otros 1.100 descendientes de coreanos que migraron durante la ocupación japonesa (1910-1945). Todos ellos, explicó entonces la Cancillería, necesitan “asistencia consular sistemática”.

Hasta el momento, el de Cuba era el único Gobierno del continente con el que Corea del Sur no mantenía vínculos pese a que “los dos países han ampliado la cooperación centrándose en campos no políticos como la cultura, el intercambio humano y la cooperación para el desarrollo. En particular, se considera que la difusión de una conciencia amistosa entre los dos pueblos a través del reciente intercambio cultural activo contribuyó al establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países”, decía el comunicado de la Cancillería del país asiático. 

Dos ejemplos de estas relaciones en “campos no políticos” son la compra por parte de La Habana del ferry de factura coreana Perseverancia, que realiza el recorrido entre la Isla de la Juventud y el surgidero de Batabanó (Mayabeque) y la ayuda por un valor de 200.000 dólares en medicinas y material sanitario que envió Seúl tras la explosión en 2022 de la base de supertanqueros de Matanzas.



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