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Terror argentino

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▲ Fotograma de la cinta Cuando acecha la maldad, de Demián Rugna.

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o crean, por el título de mi artículo, que voy a hablar del gobierno de Javier Milei. Más bien me referiré a Cuando acecha la maldad, producción argentina de Demián Rugna, recién estrenada en nuestra cartelera. Desconozco los largometrajes previos de este director, pero es indudable una especialización en el género del terror, algo raro en el cine de su país.

Ganadora del gran premio en el pasado festival de Sitges, la película parte de una premisa simple, pero funcional: en una comunidad rural, los hermanos Pedro (Ezequiel Rodríguez) y Jaime (Demián Salomón) son alertados de una amenaza cercana pues se reporta la presencia de un embichado. Ambos acuden al lugar para encontrar que Uriel se ha convertido en una enorme, repugnante masa de podredumbre y purulencia. Pedir auxilio a las autoridades resulta inútil. Con la ayuda del vecino Ruiz (Luis Ziembrowski) deciden transportar el endiablado ser lejos del pueblo. Sin embargo, Uriel se cae a medio camino de la camioneta y los hermanos deciden que es suficiente distancia. Craso error.

Por supuesto, eso sólo desata el mal que se extiende de forma insidiosa por la región. Hay unas reglas para tratar a los embichados, entre ellas no usar armas de fuego, ni aparatos eléctricos, ni tampoco mencionar al diablo por su nombre, pero el daño está hecho. Pronto una mujer asesina a su esposo con un hacha y utiliza el mismo objeto para suicidarse (no pregunten cómo). Pedro visita el hogar de su ex mujer (Virginia Garófalo) para rescatar a sus hijos. Lo que sigue es la secuencia más escalofriante de toda la película.

Pedro logra escapar con su madre Sara (Paula Rubisztein) y sus hijos Santino (Marcelo Michinaux) y Jair (Emilio Vodanovich), cuyo autismo complica más las cosas. En el camino recogen a la limpiadora Mirtha (Silvina Sabater), quien sabe cómo eliminar a los endemoniados. El clímax ocurre de noche en una escuela donde todos los niños están poseídos y donde se supone está oculto Uriel. El director consigue imágenes inquietantes de un grupo infantil tan siniestro como aquél de El pueblo de los malditos (Wolf Rilla, 1960).

Rugna es muy hábil a la hora de sugerir el horror con economía de medios. Aquí el principal temor es al contagio, un elemento presente en los relatos sobre vampiros y zombis. Desde luego, la reciente pandemia que todos hemos padecido le da una especial urgencia a las acciones de Cuando acecha la maldad. De hecho, el título es inexacto. La maldad no acecha sino ataca de frente. De nada servirá que Pedro se empelote públicamente y queme su ropa, si permite que un perro doméstico la olfatee.

Aunque la acción es rápida e histérica, no impide reparar en algunos detalles incongruentes. Por ejemplo, la invulnerabilidad de Pedro y Jaime, quienes no son contagiados a pesar de estar expuestos al maligno desde el principio. O la aparición algo gratuita de Mirtha, cuya sabiduría en tratar a la amenaza sólo se manifiesta en aforismos, pero no sirve de mucho.

Asimismo, la tensión afloja hacia un final algo anticlimático. Los hermanos sobreviven no tanto por su manejo de las acciones, sino para justificar una evidente secuela. Prepárense para Cuando acecha la maldad 2. Yo sí me apunto.

Cuando acecha la maldad

D y G: Demián Rugna / F. en C: Mariano Suárez / M: Pablo Fuu / Ed: Lionel Cornistein / Con: Ezequiel Rodríguez, Demián Salomón, Silvina Sabater, Luis Ziembrowski, Marcelo Michinaux / P: Machaco Films, Aramos Cine, Shudder, INCAA. Argentina-Estados Unidos, 2023.

X: @walyder



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