Noticias de Hoy
Los mejores medios en uno solo

Burning Man evoluciona de jipis acampando a alojamientos de lujo y asistentes millonarios

107

Burning Man evoluciona de jipis acampando a alojamientos de lujo y asistentes millonarios

Ap

 

Periódico La Jornada
Martes 9 de enero de 2024, p. 9

Reno., Un pequeño encuentro que evolucionó hasta convertirse en el circo surrealista del festival Burning Man (Hombre en llamas) floreció y se expandió durante tres décadas, alimentado por actos de bondad, teatralidad vanguardista, una dosis de sustancias alucinógenas y desnudez, pero a medida que el evento maduró, proliferaron alojamientos de lujo, asistentes multimillonarios y famosos y sus principios de inclusión radical, expresión y participación se fueron diluyendo.

La historia se remonta al lienzo en blanco del desierto del norte de Nevada, el cual parecía el lugar perfecto en 1992 para que los anarquistas artísticos reubicaran su quema anual de una enorme efigie anónima. Era el adiós a Baker Beach de San Francisco y la bienvenida a la playa de Nevada, la cual solía ser el fondo de un mar interior en épocas muy lejanas. El espectáculo floreció y el festival se expandió a un punto crítico en 2011, cuando los boletos se agotaron por primera vez. Los organizadores respondieron con un sistema de lotería que estuvo en uso poco tiempo, el cual dejaba a gente fuera de lo que se suponía era un evento radicalmente inclusivo.

Víctima de su propio éxito

Katherine Chen, profesora de sociología en Nueva York que escribió un libro en 2009 sobre el caos creativo del evento, estaba entre los que se preguntaban si el Burning Man sería víctima de su propio éxito. El crecimiento exponencial llevó a cuestionar si los organizadores se habían desviado demasiado de los principios básicos: inclusión radical, expresión, participación y la promesa de no dejar rastro.

Obstáculo cada vez más difícil de superar. Este 2023, una tormenta convirtió el desierto de Black Rock en un lodazal a 177 kilómetros al norte de Reno, y eso retrasó la salida de 80 mil participantes. Una vez que salieron, los organizadores tenían seis semanas para retirar la basura restante, según las condiciones de un permiso federal, lo cual lograron por un margen mínimo y se les recomendó hacer algunos ajustes para el futuro.

Encuentro de 80 mil almas

El debate sobre el evento continuará a medida que crezcan las divisiones entre los jipis veteranos y los recién llegados, más ricos y con más inclinaciones tecnológicas. Los primeros participantes temen que los nuevos estén perdiendo el contacto con las raíces.

El evento ha dado un salto considerable. Dejó de ser un encuentro de cientos de personas para convertirse temporalmente en la tercera ciudad más grande de Nevada, después de Las Vegas y Reno. El festival atrajo a 4 mil personas en 1995 y superó 50 mil en 2010.

No es de extrañar que los veteranos refunfuñen: Ya no es como antes.

Para Mike Festie Malecki, de 63 años, director de servicios funerarios jubilado de Chicago que ahora es escultor en California, antes era mucho más crudo. Este año hizo su viaje 13 a la tierra de los coloridos campamentos temáticos, las imponentes esculturas, los círculos de tambores y los coches artísticos.

Más espectadores que participantes

Hay más (gente) que viene de fiesta y no participa. Los llamamos espectadores, señala.

Los organizadores veteranos llevan tiempo debatiendo si mantener lo que el cofundador Larry Harvey describió como un repudio al orden y la autoridad.

Ron Halbert, de 71 años y originario de San Francisco, lleva 20 años trabajando para apoyar la orquesta de Burning Man, integrada por 90 músicos, y conserva el optimismo: Sigue siendo la reunión de la tribu.

Para este año, se tiene el límite de asistencia de 80 mil personas. Los organizadores están sopesando aplicar algunos cambios menores, aunque en general se resisten a establecer nuevas normas, dijo la directora ejecutiva Marian Goodell.

La razón correcta

En redes sociales, los críticos se quejaron del caos que los asistentes dejaron tras de sí el año pasado, publicando fotos de montones de basura, vehículos abandonados y sanitarios portátiles desbordados, a la vez que ridiculizaban a los hippies y su mantra de no dejar rastro tras de sí.

Pero ese caos podría en realidad haber ayudado a que el Burning Man volviera a sus raíces.

Katrina Cook, de Toronto, dice que la lluvia obligó a la gente a apegarse a los principios fundacionales de participación y autosuficien-cia radical.

La lluvia expulsó a la gente que no quería estar allí por la razón correcta, asegura Cook.

Mark Fromson, de 54 años, se alojaba en una casa rodante, pero las lluvias lo obligaron a buscar refugio en otro campamento, donde sus compañeros le proporcionaron comida y cobijo. Otro principio del Burning Man, mencionó, se centra en la donación incondicional sin esperar nada a cambio.

Tras la puesta de sol, Fromson emprendió descalzo el largo camino a través del lodo para volver a su vehículo, avanzando difícilmente por la espesa arcilla que se le pegaba a los pies y las piernas. El reto, dijo, era la marca de una buena quemada.

Inevitable relevo generacional

No obstante, Jeffery Longoria de San Francisco, que el verano pasado realizó su quinto viaje al Burning Man, vaticinó que los principios básicos del festival van a evolucionar pase lo que pase a medida que una nueva generación toma el relevo.

Las personas que crearon esta comunidad están envejeciendo y jubilándose, y muchos jóvenes están llegando, del tipo de los que tienen un par de casas rodantes de 100 mil dólares y no se preocupan por el medio ambiente, apuntó.

Soren Michael, un informático de Los Ángeles que realizó su viaje 11 este año, consideró que el mayor cambio ha sido la capacidad de comunicarse con el mundo exterior desde el desierto. Estar desconectado era casi parte del atractivo.

Hace 20 años, esta celebración sicodélica, como ninguna otra, atraía a eruditos académicos (antropólogos, sociólogos, politólogos, economistas y profesores de comunicación) curiosos por saber cómo funcionaba esa improvisada civilización desvinculada de las reglas del mundo real.

Empezaron a aparecer referencias al Burning Man en episodios de televisión y chistes de programas de tertulia. Los ricos y famosos comenzaron a aventurarse a Black Rock City, como se le conoce a la metrópolis temporal del festival.

En 2018, el Smithsonian American Art Museum de Washington montó una exposición sobre el fenómeno. Ya entonces los veteranos se quejaron de que el evento se había convertido en una curiosidad más para ver que para hacer.

Ese es el problema que tienen los veteranos al ver que se ofrecen paquetes de viajes a campamentos con conserjería, casas rodantes de lujo y suntuosas comidas servidas a la luz de candelabros. Para algunos, estos campamentos infringen los principios del Burning Man. Para otros, la comodidad no supone falta de compromiso.

El propósito de Burning Man sigue siendo el mismo: crear un entorno creativo y estimulante, del que la gente pueda llevarse la esencia a sus propias comunidades. Pensamos eso desde el principio. Sólo que no sabíamos que serían 80 mil personas, señala Goodell.

DERECHOS DE AUTOR
Este contenido pertenece a su autor original y fue recopilado de la página:
https://www.jornada.com.mx/2024/01/09/espectaculos/a09n1esp?partner=rss