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La increble historia de Julin Calero trabajando en el 11M y que cuenta 20 aos despus

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Veinte aos callado. 20 aos viviendo la angustia de lo sucedido en el ftidico 11M, 20 aos soando con lo que vio y vivi, 20 aos recordando los cuerpos sin vida, 20 aos alegrndose de las personas que salieron ilesas, 20 aos viajando en tren, 20 aos rememorando el horror, 20 aos sin olvidar las miradas de las personas afectadas por las explosiones… Son muchos aos los que Julin Calero, en la actualidad entrenador del Cartagena, y hace 20 aos Polica Local, guard silencio (y sigue guardndolo en muchas cosas por respeto a todos los afectados).

Nos metimos en la estacin. Las personas iban de un lado hacia el otro, desorientadas, con el rostro negro por las cenizas, por el humo, muchos andaban ensangrentados, parecan verdaderos zombis… Nos estbamos metiendo en la zona del horror y ermos conscientes de ello

Julin Calero, mster del Cartagena y Polica en el 11M

La verdad, todo lo que vivi y vio, slo lo saben l y su mujer, Gema, con quien comparti muchas charlas teraputicas, sobre todo la de las pesadillas nocturnas. Ahora, el mster de Parla quiere compartir un poco de aquel da con todo el mundo. Y lo har en su bibliografa, donde ftbol y el 11M, marcarn el devenir de un libro de lectura obligatoria para todos los pblicos.

El ftbol al rescate

Lo vivido cambi mi vida y siempre lo llevo conmigo. Es la mochila que me toca llevar en esta vida”, asegura Calero a MARCA con la mirada perdida, como buscando ms cuerpos, ms supervivientes por los vagones del horror.

Su bibliografa, que ver la luz antes de que acabe 2024, es donde el entrenador madrileo dar grandes pinceladas de su vida futbolstica y personal al escritor Rodrigo Prez. Un Juli que nunca pudo imaginar, cuando daba sus primeras patadas al baln en CD El Nido, en la Pea Atltica Becerra o en el Rayo Parla… que 40 aos despus iba a vivir tanto y de forma tan intensa. Atrs qued su velocidad sobre el verde, sus rizos rubios… pero su ilusin y amor por el ftbol y las personas sigue intacto.

En su mente est todo lo vivido. No lo ha olvidado… o no lo quiere olvidar: “No lo s muy bien lo que sucede en mi cabeza”. Jornada dura la que le toc trabajar, das de lloros e impotencia y slo un ruego: “Que no vuelva a pasar jams en ningn lugar del mundo”, y cmo siempre hizo a lo largo de su vida, en los momentos ms complicados, se refugi en el ftbol para tratar de olvidar.

Aviso a todas las unidades

Era el 11 de marzo de 2004. Calero, junto a Julio su inseparable compaero, aparcaron la moto entre el Retiro y la Puerta de Alcal. All iban a desayunar los dos policas, pero no llegaron a abrir la puerta del bar. Nada ms bajarse de la moto escucharon por su emisora: “Atencin a todas las unidades, acaba de producirse una explosin en Atocha, en la estacin de Atocha”.

Calero recuerda que “nos mirarmos, subimos enseguida a la moto y para Atocha. Estbamos muy cerca de la estacin, pero segn enfilamos la calle ya vimos columnas de humo. Tardamos menos de 2 minutos en llegar”.

Lo vivido cambi mi vida y siempre lo llevo conmigo. Es la mochila que me toca llevar en esta vida. Ya nunca volvi a ser nada igual, ni en los viajes, ni en el trabajo, ni en la vida… Sigues viviendo, pero siempre hay una losa, la del 11M

Julin Calero, mster del Cartagena y Polica en el 11M

All, ambos policas vieron a su jefe y a varios compaeros y sin dudarlo “nos metimos en la estacin. Las personas iban de un lado hacia el otro, desorientadas, con el rostro negro por las cenizas, por el humo, muchos andaban ensangrentados, parecan verdaderos zombis… Nos estbamos metiendo en la zona del horror y ermos conscientes de ello”, asegura el mster del Efes a MARCA con lgrimas en los ojos, quien en ese momento slo corra hacia los vagones para ayudar a los heridos y en su cabeza retumbaba una y otra vez las clases en la Academia, donde siempre les decan “que detrs de una bomba casi siempre haba otra“.

Olor a carne quemada

Segn entraba ms profundamente a la estacin, el olor a carne quemada le hizo correr ms deprisa, todava. Un olor que por mucha colonia que utilice nunca se va. Como los gritos, lloros, ansidad de las personas con las que se cruzaba… “Ese pasillo, esas escaleras, ese olor de Atocha morirn conmigo en mi memoria”, asegura el expolica parleo.

Una vez en los vagones del infierno, a Calero se le vino el mundo encima: “Demasiadas personas sin vida, muchas personas mutiladas, sangre, humo...” Y encima el grito desesperado de un Tedax le hizo sentir ms rabia: “Correr, que hay otra bomba, correr... Justo estbamos ayudando a salir del tren a una mujer embarazada, sali con vida, pero a los pocos das me comunicaron que, al final, no sobrevivi”.

Salvaron una explosin

El entrenador del Efes recuerda que corrieron por las vas alejndose de la bomba. Entre carrera y ayuda se top con muchos cuerpos sin vida, demasiados. “Slo pensaba en ayudar, en multiplicarme, en no pensar. Pareca una pesadilla, un mal sueo” y, con el paso del tiempo, se dio cuenta que esa maana lleg a la estacin de tren madrilea 50 minutos antes de los atentados.

Ese olor a carne quemada, ese pasillo con personas andando como zombis, esas escaleras… todo morir conmigo”

Julin Calero, mster del Cartagena y Polica en el 11M

Tras acabar su trabajo en Atocha, se desplaz junto a sus compaeros a la calle Tllez, all hizo todo lo que le mandaban los sanitarios: camillero, sujetar a las personas, darles medicamentos, arroparlas… Vio como el hijo de uno de sus amigos de toda la vida estaba vivo: “Me cont que las personas que haba delante de l le sirvieron de parapeto y nunca olvidar la cara de su madre buscndole por el polideportivo. Nos cruzamos y la dije que su hijo estaba vivo, su cara, sus ojos, su expresin… nos dimos un abrazo fuerte. Creo que ese abrazo lo necesitaba para tomar oxgeno y seguir ayudando”.

Se olvid de su familia

“Me olvid de mi familia, de todo, te metes en la masacre y no quieres salir de ella, slo esperas ayudar y ayudar a todo el mundo”, asegura a MARCA un Julin Calero que nunca se ‘perdonar’ no llamar a su casa o dar alguna seal de vida: “Lo estaban pasando mal, aunque se tranquilizaron un poco cuando mi mujer pudo hablar con un compaero y la dijo que haba fichado, que me haba visto por la maana; pero claro, es que yo coga todas las maanas el tren en Parla, mi localidad, e iba hasta Atocha Renfe, y desde all hasta mi destino: calle Londres“.

Temblores, lgrimas…

Pero al Polica local todava le quedaba llegar a casa, a Parla, contar lo sucedido sin que sus peques Ivn y Gema le escuchasen: “Slo quera abrazarlos. Esa noche ms fuerte que nunca. Despus empec a contarle a mi mujer… Creo que me entendi por mis temblores, por que las lgrimas no me dejaban pronunciar bien”.

Al da siguiente vuelta a la rutina, pero sin sonrisas, sin hablar, sin poner la radio, slo recordando a todas esas 192 personas que murieron y rezando por las 1.893 que resultaron heridas. “Ya nunca volvi a ser nada igual, ni en los viajes, ni en el trabajo, ni en la vida… Sigues viviendo, pero siempre hay una losa, la del 11M”.

Otra vez al ftbol

A los dos das de los atentados, Calero volvi a los banquillos de su Parla. Fue en el campo de El Bercial. All jugaba su juvenil ante el del Getafe. “No llevaramos ni 15 minutos cuando marcamos. Sin darme cuenta, ya que todava estaba -y muchas veces estoy- en mi nube, la de Atocha, todos mis jugadores vinieron hacia el banquillo para abrazarme“.

Ese abrazo mltiple, de los suyos, volvi a dar vida al agente Julin Calero, quien 20 aos despus… no olvida.



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