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Pacientes hospitalizados que descansan cerca de una ventana duermen mejor

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▲ El nuevo estudio se basa en los niveles de ruido fuera de la habitación y la exposición a la luz natural.Foto José Carlo González

Europa Press

 

Periódico La Jornada
Sábado 27 de enero de 2024, p. 6

Madrid. Los pacientes de hospital que descansan cerca de las ventanas duermen mejor que los que se encuentran en otras partes de una sala, según un estudio de las universidades de Surrey (Reino Unido) y de Padua (Italia), que se basa en los niveles de ruido fuera de la habitación y la exposición a la luz natural.

Durante este estudio único, los investigadores observaron el impacto que tiene la hospitalización en el ritmo circadiano de un paciente, que son cambios fisiológicos que siguen un ciclo de 24 horas y están sincronizados por señales ambientales, como los ciclos de luz y oscuridad. También afecta negativamente la fluctuación de los niveles de ruido a la calidad del sueño de los enfermos.

La hospitalización debilita el ritmo circadiano y el ciclo de sueño-vigilia. Esto puede deberse a una enfermedad o a estar en un ambiente inusual y ruidoso con regímenes de luz, alimentación y actividad desordenados. Como resultado, los pacientes tienden a experimentar una mala noche de sueño, con múltiples despertares nocturnos y somnolencia diurna mientras están en el hospital. Esta alteración del sueño puede afectar su pronóstico y el tiempo de estancia hospitalaria, señala Sara Montagnese, profesora de cronobiología de la Universidad de Surrey.

En su opinión, es importante buscar formas de mejorar el ritmo circadiano de los pacientes hospitalizados para ayudarlos a dormir mejor, lo que podría ayudar a mejorar su salud general y su experiencia hospitalaria.

Para investigar si la ritmicidad circadiana podría mejorar, se reclutó a 50 pacientes hospitalizados y se les realizó una evaluación completa del sueño y la vigilia. También se les pidió que completaran un diario de sueño y usaran un monitor de actividad durante su hospitalización. Se registraron factores ambientales como el tipo de habitación, la posición de la cama, la luz y el ruido.

Posteriormente, los pacientes fueron asignados aleatoriamente a dos grupos: el grupo de intervención, conocido como ‘atención circadiana’, y el grupo de control, denominado ‘atención estándar’. A los miembros del primer grupo se les pidió que usaran gafas ligeras que proporcionaran luz matutina enriquecida con longitud de onda corta inmediatamente después de despertarse durante 45 minutos.

Después se les pidió que usaran pantallas con filtros de luz de longitud de onda corta desde las 18 horas hasta el inicio del sueño. Finalmente, se les proporcionó alimentación y actividad/fisioterapia en horarios lo más cercanos posible a los que estaban acostumbrados en casa. Los investigadores descubrieron que los pacientes de este grupo tendían a acostarse más temprano y dormían mejor que al comienzo de su hospitalización.

También se descubrió que los factores ambientales desempeñan un papel importante en el sueño de los pacientes. Los pacientes que dormían cerca de la ventana tuvieron una eficiencia del sueño (porcentaje de tiempo pasado dormido mientras estaban en cama) significativamente mayor durante su hospitalización en comparación con aquellos que descansaban más lejos, lo que enfatiza la importancia de la cantidad de luz natural a la que está expuesto un paciente hospitalizado. Las fluctuaciones en los niveles de ruido en la sala también se asociaron con un aumento de los despertares nocturnos.

La luz juega un papel fundamental en la regulación de nuestros ritmos circadianos. Su exceso en los hospitales por la noche puede hacer que a una persona le resulte más difícil conciliar el sueño, y su falta por la mañana puede provocar un retraso en el ritmo del paciente. Lo que hemos demostrado es que aumentar y disminuir la exposición a la luz al principio y al final del día, respectivamente, puede ayudar, afirma Montagnese.

El ruido es a menudo inevitable en una sala de hospital concurrida. Sin embargo, por la noche quizás se puedan hacer cosas para mitigarlo y, sobre todo, para contener las grandes fluctuaciones en los niveles de ruido. Esto podría lograrse, por ejemplo, con iniciativas educativas dirigidas al personal del hospital, y también con pequeños cambios en las características de los equipos, como los carros de medicamentos, para hacerlos menos ruidosos, concluye.

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